martes, 5 de mayo de 2009

¡Hay Nanita Aquí Espantan!


La dinámica de ese día había iniciado a las 7 p.m.
Está llevaba por nombre la visualización hace la diferencia.
La noche era fría, pero la calefacción hacia su parte brindándole a el salón una suave calidez, durante la sesión hubo pequeños cortes de luz. Por al torrencial aguacero… parecía que el cielo se iba a “caer”, los rayos hacían cimbrar un vidrio que hay en una pequeña cabina de transmisión en el interior del salón. Debido a los cambios en el voltaje el aire acondicionado parecía tener voluntad propia, por momentos la temperatura subía y bajaba como montaña rusa, en instantes se sentía un calor intenso que lastimaba el cuerpo y sin más empezaba a bajar la temperatura de tal forma que el frio lastimaba los huesos...
Los seleccionados nacionales en son de broma comenzaron a gritar.
_ ¡“Ay nanita aquí espantan”!
Para el proceso de visualización lleve unas velas de vainilla ya que varios de los muchachos me decían.
_ Caty yo no veo nada por más que me esfuerzo.
Para facilitar la visualización les decía a los chicos, deben observar fijamente la flama de la vela por unos segundos y al cerrar los ojos nos quedara el reflejo de esa luz, está es una forma sencilla de iniciar la visualización.
Habíamos concluido el trabajo de ese día, estábamos esperando a que perdiera fuerza la tormenta para podernos retirar, las velas seguían encendidas y sus flamas bailaban en una misma sintonía, las condiciones eran propicias para relatos de ultra tumba y por ahí se escucho una voz que dijo
_ ¡Caty cuéntanos una historia de miedo! antes de que yo pudiera contestar, Davino respondió en tono serió.
_ ¡Con eso no jueguen!, si quieren escuchar cuentos de fantasma les voy a narrar una historia real, de lo que me paso a mí y a otros compañeros del club al que pertenezco.
La historia comienza así, cierta mañana nos encontrábamos desayunando en el hotel de concentración y estaba platicando con otro de mis compañeros.
_ ¡No te has dado cuenta que el Cuauh se ve muy raro!, su semblante luce cómo el de un enfermo.
_ Es lo que te quería decir, ¡ya le preguntaste si se siente bien!
_ Si… dice que le cayó mal el pollo de anoche.
_ Yo también comí pollo, estaba muy bueno… ¡qué raro!
_ ¡Te fijaste que el color de su piel, es como verdoso!
_ Deja lo verdoso… ¡ya viste las ojeras que trae!
_ No será que se desvelo y por eso trae cara de cruda.
_ Esa no es cara de cruda, se ve enfermo.
_ ¡Sera que la presión del partido lo enfermo!
_ ¡Qué va!, él está acostumbrado a la presión. ¡Lo conozco muy bien! y sé que algo raro le pasa y no nos quiere decir, deberíamos de investigar.
Para no hacerles tanto al cuento, así fueron pasando los meses y siempre que llegábamos a ese hotel del sur de la Ciudad de México alguien se enfermaba, hasta que sucedió lo inevitable… el que enfermo fui yo, los mismos síntomas, el mismo semblante y lo peor… el mismo miedo
Esa noche me toco la habitación 202, jamás me acuerdo del número de cuarto, pero ese nunca lo voy a olvidar, _El tono de voz de Duilio sonaba cómo un susurro, lo que provoco que el resto del grupo estuviera atento a cada palabra que decía.
_Recuerdo muy bien esa noche, después de la cena subí a mi habitación y decidí ver un rato la televisión, en lo que llegaba mi compañero de cuarto, al recostarme sentí mucho frio, algo extraño porque no soy nada friolento, me levante y saque una cobija extra del closet, ya que ese frio me calaba hasta los huesos, justo estaba en esa tarea, cuando mi compañero de cuarto llego y dijo
_ Ora tú por qué tan tapado... ah ¡jijos! ¿Por qué se siente tanto frio?
_ ¡Tal vez porqué la calefacción estaba apagada!, hay que esperar un momento en lo que se calienta la habitación, después de un rato de charla, cuando volteo a ver a mi compañero… se había quedado profundamente dormido.
Jamás he padecido insomnio, siempre duermo a pierna suelta, pero esa noche no podía dormir... un borrego, dos borregos, tres borregos…cien borregos y nada, me estaba ganando la desesperación porqué el reloj seguía su marcha inexorable… el tiempo pasaba veloz y la preocupación exacerbaba mi desvelo... por fin Morfeo se hizo presente, abandone mi cuerpo a un sueño que parecía iba a ser placentero, “parecía” porqué ha sido una de las experiencias más aterradoras de mi vida. Cuando de súbito desperté sentí que había alguien parado a un lado de mi cama, “él” me observaba, no percibía con claridad su imagen pero algo en mi interior me decía que era un “hombre” vestido de negro, quise gritar pero con horror me di cuenta que no podía emitir ningún sonido, intente levantarme pero nada… estaba totalmente paralizado, con desesperación volteé a ver a mi compañero que estaba dormido... el "ente" seguía ahí.
Empecé a sentir una presión sobre mi cuerpo sabía que la "cosa" se me había echado encima, la angustia parecía que acabaría con mis fuerzas, quería pararme y zafarme de él, pero mi cuerpo no me obedecía... Un frio mortal recorría mi cuerpo que temblaba de miedo, con el corazón desbocado inicie una oración… Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre…esta oración trajo un poco de paz a mi espíritu, pero el "ente" seguía ahí… ¡Dios mío ayúdame!, haz que esto se largue de aquí. Después del miedo y de la impotencia me llego un momento de fortaleza. Encare al "ente" y con toda mi energía le grite, hijo de la chingada lárgate de aquí, déjame de estar jodiendo, yo no te he hecho nada, saque todo mi florido repertorio de malas palabras… Esta lucha me pareció eterna, pero decidí que no me iba a doblegar… así sin más el "ente" se fue, mi piel estaba empapada, aunque mi cuerpo estuvo totalmente paralizado, en mi interior libre una lucha con las fuerzas del mal y había salido victorioso, el movimiento y el habla regresaron a mi cuerpo… Sé que todos pueden pensar que fue una pesadilla, o un mal sueño, pero fue un hecho real.
Al otro día decidí hablar con mis compañeros, ni una noche más de terror, no me importaba que me tildaran de loco, todo lo que viniera era mejor a lo vivido la noche anterior.
_ Muchachos ¡la causa de todos nuestros malestares esta en este hotel!, en la noche se me subió un muerto y no pienso pasar ni una noche más en este lugar.
_ ¿Cómo que se te subió el muerto? ... "je je je"
_ ¡No se hagan! por temor a la burla sé que muchos de ustedes no han hablado del tema, pero lo que yo viví le ha pasado a varios de nosotros, si se quieren quedar callados haya ustedes, yo no pienso volver a este lugar.
Finalmente cuando mis compañeros aceptaron haber vivido la misma situación de horror, decidimos hablar con los directivos y se tomo la decisión de no volver a hospedarnos en ese hotel. - Así concluyo el relato.

Sera casualidad no lo sé, pero conocí al gerente de ese hotel y le narre esta historia. Él me platico que en el segundo piso de ese lugar, suelen llamar los huéspedes a la recepción a las 2 de la madrugada porque escuchan los juegos y la voz de un niño.
_ Sabes Caty resulta que en ese piso nunca hospedamos niños... Está historia continuara

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